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“Un mundo mejor, no significa mejor para todas las personas”, expresa uno de los protagonistas de la serie The Handmaid’s Tale, que no podría ser sintetizada en mejores palabras. En un Estados Unidos actual, un movimiento llamado “hijos de Jacob” restaura el orden del país e impone la República de Gilead: una nueva sociedad totalitaria que nace bajo un fundamentalismo teocrático en el que a las mujeres, por ley, se les prohíbe trabajar, leer y tener dinero propio. Pero esto parece un juego de niños en comparación con todas las atrocidades que tienen que sufrir.
The Handmaid’s Tale (en español “El Cuento de la Criada”) es la adaptación televisiva de la novela homónima creada por Margaret Atwood en 1985, situada en un mundo futurista creado hace más de tres décadas el cual, sin embargo, tiene muchas similitudes con el nuestro. La serie nos presenta una realidad paralela en la que el nuevo régimen se establece para combatir la baja tasa de natalidad que se está dando mundialmente por razones que son poco claras. Así, la República de Gilead convierte a las mujeres en propiedad del Estado bajo fundamentos religiosos para utilizarlas como un mero eslabón para la reproducción. Las pocas mujeres fértiles que quedan son cazadas y etiquetadas como ganado para entrenarlas y educarlas, mediante métodos cuestionables, y asignarles un hogar donde su único fin será procrear: las “handmaids” (criadas).
De una calidad excepcional, el programa hace una lectura de la realidad muy crítica y logra hacernos reflexionar sobre el presente mediante un mundo ficticio. La opresión de género es la similitud más obvia ya que veremos como mujeres son violadas, maltratadas, mutiladas, comercializadas y utilizadas para fecundar los hijos de otros… ¿Suena? Sin embargo no es la única denuncia a la que nos enfrentamos sino que también serán claves otros puntos como abuso de poder, terrorismo, corrupción, censura a la libertad de expresión y persecución a la homosexualidad. Ya que, como todo cambio radical en una sociedad, comienza con violencia y represión.
Bruce Miller, creador, guionista y productor de la serie, se lleva el crédito al lograr mostrarnos todo esto con un recurso simple pero efectivo como son los flashbacks, sin dejar de crear intriga. Poco a poco nos enseña cómo se fue formando este movimiento para sutilmente hacernos cuestionar que tan alocado sería considerar que esto realmente puede suceder en nuestra actualidad.
Ahora si no hay que creer que las “handmaids” son todas mujeres que se dejaron atropellar por el sistema así como así. Al contrario, la serie nos presenta una abanico enorme de personalidades. Empoderadas, valientes, educadas, locas, con pasados turbulentos y otros felices, las hay de todo tipo y para poder contenerlas serán sometidas a castigos atroces, fundamentados también en la Biblia.
Todas ellas serán luego sometidas a violaciones ritualizadas llamadas “ceremonia” en el que participan tanto el Comandante (el hombre de la casa) como su esposa; acto sustentado mediante la interpretación literal y extremista de un pasaje bíblico, porque en esta serie no hay hombres infértiles sino mujeres que son fructíferas y mujeres estériles, esa es la ley.
June Osborne es la protagonista de estos horrores que, luego de ser asignada a la casa de Los Waterfords, es renombrada a Offred para portar el nombre de su amo, Fred, como todas las criadas. Ella será el hilo conductor de la serie para que vayamos descubriendo cada detalle del macabro régimen. Dolor, angustia, impotencia son algunos de los complejos sentimientos que la actriz Elisabeth Moss (Mad Men) logra transmitirnos magníficamente al encarnar a June. Si ella sufre, nosotros también sufrimos y cada milisegundo de felicidad del personaje se convierte en una victoria para el espectador. Es que este no es un programa para relajarse ya queveremos a nuestra protagonista pasar por incontables situaciones de tensión y conflicto, donde deberá tratar de no romper las reglas, con la esperanza de algún día escapar y reencontrarse con su hija y su esposo.
El trabajo en fotografía de Colin Watkinson sin duda es de lo más destacable y juega un papel fundamental para relatar esta historia. Logra sumergir de lleno al espectador en situaciones incómodas y desagradables a través de una estética inquietantemente hermosa, hecho que no sería posible sin el complemento del vestuario: todas las mujeres llevan vestidos largos y conservadores cuyos colores y estilos proclaman su rol en la sociedad. Las criadas llevan vestidos sin ningún tipo de atractivo sexual, de color rojo en referencia a la sangre del parto; mientras que las Esposas portan un verde azulado evocando a la Virgen María y dando apariencia de superioridad.
Sin lugar a dudas esta vez coincido con los premios Emmy en decir que esta es la mejor serie del año. La producción original de Hulu es sublime en todos sus aspectos. Producción, guión, fotografía, vestuario, nada queda librado al azar en este producto que deja la vara muy alta para los próximos proyectos de la nueva plataforma. Aunque la propuesta parece intensa, a lo largo de diez capítulos, esta historia de pesadilla se vuelve una experiencia completamente disfrutable y abre las puertas a un nueva realidad que no vas a querer dejar de explorar.