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Los muertos siempre fueron un tema recurrente en el cine y las series de televisión. Me refiero a los muertos que de una u otra manera se las ingenian para volver a vivir o por lo menos para volver al mundo de los vivos. El género tiene múltiples variantes desde Frankenstein a Dracula pasando por los antiguos zombis (los del Vudú) hasta los nuevos zombis de The Walking Dead, Z Nation, o iZombi. Incluyo en este género a los que al reencarnar en cuerpos ajenos encuentran la clave de la vida eterna como en Intruders, hasta las siempre vigentes historias de fantasmas y poseídos, una de cuyas últimas apariciones fue en la primera temporada de American Horror Story. Pero claro, los muertos suelen volver como monstruos, encarnaciones del mal, o seres putrefactos que solo ansían comer nuestras vicseras, vuelven pálidos, resentidos, malhumorados, enojados y eso los hace poco queribles y muy repudiables.
Eso era hasta que llegó una nueva variante a las series de televisión que reconoce precedentes en la literatura y en el cine: los retornados. Los retornados son humanos que han muerto, han sido enterrados y luego de varios años aparecen de repente tal y como eran antes de morir: edad, vestimenta, conciencia y memoria. No saben qué les pasó, no saben que han muerto y nada en sus cuerpos muestra o marca las señales de su muerte y del paso del tiempo desde que murieron. Misterio. Vuelven.
Y se encuentran con sus familiares, parejas, amigos, conocidos que ya no los recuerdan o que los recuerdan pero no saben, no quieren o no pueden aceptar ese retorno. No se trata de buscar una explicación, solo se trata de la tremenda experiencia de ver retornado de la muerte a ese ser querido. Vidas que se han recompuesto y que han seguido adelante: vaya uno a explicarle eso a quien retorna de la muerte y exige explicaciones y quiere volver a tener el lugar que, para él o ella, nunca perdió.
El género consiste en eso, en relatar las distintas maneras de vivir esa experiencia por parte del retornado y de los que eran su círculo íntimo, de las formas que asume esa relación social y desde luego, a medida que la noticia se va conociendo y que van apareciendo más retornados, cómo los toma la sociedad. Imaginen la situación. ¿Por qué vuelve la hija del vecino y no mi hijo o mi padre o mi novio o mi hermano? ¿Hay una relación o vínculo entre los retornados aunque hayan muerto en circunstancias y años diferentes? ¿Por qué ellos y no otros? ¿A qué se debe el milagro? ¿Cuáles son las consecuencias sociales de un acontecimiento como este?
Esto es básicamente lo que proponen Resurrection la serie de ABC creada por Aaron Zelman (Damages) que se emite desde 2014 y que está basada en la novela The Returned de Jason Mott; Les Revenants, la serie francesa creada por Fabrice Gobert que se emite desde 2012 y que está basada en la película del mismo nombre dirigida por Robin Campillo en 2004; y The Returned una remake-reimaginación de la serie francesa en versión norteamericana que ha sido creada, guionada y producida por Carlton Cuse (Lost, Bates Motel, The Strain) junto con Raelle Tucker (Supernatural, True Blood) y que emite A&E.
No voy a entrar en comparaciones ni tomar partido por los debates y discusiones que tienen a los foros de internet ya los fans on fire sobre cual serie es mejor que otra o por qué la necesidad de hacer, a la vez, tres series que tienen el mismo argumento. No me interesa este tipo de debates y, además, como no he visto la serie francesa y solo vi algunos episodios de Resurrection, me voy a centrar en The Returned, en su versión norteamericana.
Lo primero que voy a decir sobre The Returned es que se trata de una serie de televisión televisiva. ¿Qué quiero decir con esto? Que la imagen se impone a la palabra, que la composición entre imagen y palabra está saturada de imaginación y concepto y que el montaje intenta neutralizar los efectos nocivos de los cortes que impone la sustracción de la tanda comercial. La diferencia entre una serie televisiva y una no-televisiva, lo que diferencia a las grandes series de televisión de la actualidad de las series clásicas y las comerciales es ese predominio y hegemonía de la imagen en movimiento sobre la banda sonora (ruido, palabra, música diegética y extradiegética) a tal punto que lo visible habla más que lo enunciable y que lo enunciable complemente el lenguaje visual y no a la inversa. Este efecto es el que hace que digamos de una serie que parece cine o que está compuesta con una estética cinematográfica, de lo contrario la televisión se reduce a radiofonía con imágenes y a un apéndice del flujo continuado de programación y tanda publicitaria.
The Returned es, además, una serie de autor, porque Carlton Cuse no es un showrunner más en la industria televisiva sino uno de sus grandes genios creadores. Estamos ante el estilo Carlton Cuse que brilló en Lost, nos hace estremecer con la terrorífica pareja entre madre e hijo en Bates Motel y que reimagina clásicamente las historias de vampiros en The Strain. Y aunque hay algo de todas estas series en The Returned, que no es otra cosa que ese estilo, imaginación y concepto que impone Cuse, su singularidad transita en el magistral manejo que se hace de las reglas y procedimientos que definen al género fantástico, es decir, el que se desarrolla en el umbral entre lo extraño y lo maravilloso. Por eso es que no tenemos que esperar grandes y definitivas respuestas y lo más seguro es que nunca sepamos las razones, las explicaciones y las respuestas al cúmulo de misterios e interrogantes que se van acumulando espisodio a episodio, porque si hay respuesta colapsa lo fantástico.
En lo fantástico la clave está en el devenir de la historia, en que cada vez que parece que las respuestas van a aparecer solo nos pongan ante el umbral de nuevas preguntas, y fundamentalmente en lograr transmitir en imágenes esa aura cortazariana que consiste en ver cómo personas comunes y corrientes afrontan acontecimientos totalmente extraordinario sin dejar de ser comunes y corrientes.
Hay algo de crítica social en esta modalidad narrativa que nos remite a esa cotidianeidad rutinaria, obsesiva, intrascendente que se empeña en seguir siendo como es aun cuando los muertos vuelvan a la vida. En ese sentido hay algo de Rod Serling y su Dimensión desconocida y algo de Alfred Hitchcock y su clásica serie de la década de los ’50 del siglo XX. En eso consiste la magia de Carlton Cuse y de The Returned, en ese intento por ser lo mejor de ambos mundos de las series de televisión y en hacernos viajar a un mundo fantástico sin salir de nuestro propio mundo cotidiano e intrascendentemente rutinario.