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Hace más de una década fallecía Luciano Pavarotti, una ausencia que se ha hecho sentir no solo en el mundo de la ópera sino también en el del espectáculo. El famoso cantante había trascendido el universo lírico ya que su expansión comercial había alcanzado a públicos no acostumbrados al bel canto, fruto de su fusión con cantantes del rock y del pop. Muerto Pavarotti, se diluyó el éxito económico que obtuvo al conformar un trío junto a Plácido Domingo y José Carreras para un show en las Termas de Caracalla en 1990, con motivo del mundial de fútbol de Italia. El suceso fue tal que debieron repetirlo en numerosas oportunidades en las ciudades más importantes del planeta. Ningún tenor de la actualidad ha alcanzado el carisma, ni contado con una maquinaria de publicidad como la del intérprete nacido en Módena.
Ron Howard retorna al documental después de su exitoso The Beatles: Eight Days a Week – The Touring Years (2016). Mediante fotos, imágenes de archivo, reportajes televisivos y videos caseros, el director de Rush: pasión y gloria (2012) recorre la infancia, el vínculo con su padre (cantante con el mismo registro vocal de Luciano), el matrimonio con Adua Veroni, la relación con sus tres hijas, el romance con una secretaria y el posterior casamiento con Nicoletta Mantovani. La Bohème, única ópera que cantó en la Argentina, fue su caballito de batalla. Con la ópera de Puccini debutó en Reggio Emilia en 1961, dos años más tarde en el Covent Garden y también en La Scala de Milán en 1965. Howard reproduce varias versiones en distintos escenarios de una de las obras más bellas del verismo. Otro hito en su carrera fue “Nessun Dorma” de Turandot (Puccini), única aria que se escucha en su totalidad en la versión que ofreció en el ya mencionado concierto de Caracalla. Tampoco faltan algunos de los ocho dos agudos de La fille du régimen de Donizetti, ópera que cantó junto a Joan Sutherland, quien lo llevó a Australia en una famosa gira en 1963 impulsando su carrera.
Pavarotti se muestra cariñoso con su familia, afable con el público y sonriente en las entrevistas. Siempre rodeado por una corte que lo acompañaba, ya sean periodistas, parientes o compañeros de trabajo, ya que nunca le gustaba estar solo. Su vínculo con Lady D lo acercó a las obras de caridad, mostrando otra faceta distintiva de su gran personalidad. Entre sus placeres, la gastronomía ocupaba un lugar destacado, especialmente las pastas que cocinaba él mismo. Entre los temores, el pánico escénico ante cada actuación y la postura de sus manos en los recitales. Pavarotti, es un hermoso homenaje a una voz inigualable, a un hombre que se brindó generosamente a su público, enalteció la música clásica y difundió como ningún otro el arte lírico. Valoración: Muy buena.