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Hacer ver el poder: el opening de House of Cards

Por Luis García Fanlo

Mucho se habla, y con suficiente motivo, sobre la serie de televisión House of Cards y yo mismo escribí en esta revista un largo texto al respecto hace ya un tiempo. Pero se ha dicho demasiado poco sobre el opening fuera de los medios especializados y el mundo del arte audiovisual televisivo. De hecho la mayoría de los telespectadores y fans quizás no sepan que en los últimos años comenzaron a premiarse los title sequence y que su composición se solicita a empresas o realizadores que se han convertido en expertos. Es que el opening acompaña todos y cada uno de los episodios de una serie que, como sabemos, puede significar varias temporadas y decenas de capítulos, y ahí está el opening como elemento permanente de una obra que por definición es cambiante.

Una serie, además, es su presentación, sea de los actores, de la temática o conceptual como es el caso de House of Cards. Y cuando digo conceptual lo hago en el sentido filosófico y estricto del término porque está hecho de tal manera que lo dejamos pasar o nos hace-pensar, y si hacemos esto último nos permite acceder a lo profundo de la historia que nos están contando. Nos lleva al corazón creativo de la serie donde se combina la imaginación, el concepto y el entendimiento.

De modo que si el opening no es una obra de arte o intenta serlo seguramente la serie podrá ser buena pero nunca nos hará pensar, como en los casos de Game of Thrones, Dexter, The Man in the High Castle, Hand of God, Jessica Jones, 11.22.63, Marco Polo, Wayward Pines, o la primera temporada de True Detective. En estos casos se trata de unos opening que no nos cuentan explícitamente de qué va la serie sino que nos introducen en un mundo de metáforas, símbolos y elementos artísticos que en su composición evidencian algo más y por eso es que aunque se repiten semana a semana nos gusta –por lo menos a mí me gusta- volver a verlos una y otra vez.

Para comenzar el opening de House of Cards tiene como protagonista excluyente a la ciudad de Washington y para ser más precisos se trata de 39 locaciones emblemáticas organizadas en una secuencia para nada aleatoria. El concepto es claro. Hay cosas inmóviles y cosas en constante movimiento. Hay ciclos, como el día y la noche. Existen edificios, monumentos, plazas, estadios de béisbol que se mantienen incólumes ante el cambio y también hay automóviles, ferrocarriles y la marea que va y viene. Autopistas y vías férreas, semáforos que alocadamente cambian sus luces al ritmo cada vez más intenso en que todo se mueve.

Están el Capitolio, el Obelisco y la Casa Blanca siempre ahí alineados, sólidos, inmaculados, emblemáticos, sin que los afecte el cambio constante de la naturaleza y la civilización que los rodea, como si todo lo que se mueve lo hiciera como orbitando a su alrededor: las aguas, las nubes, el sol y las estrellas, el viento y la sombra que sigue a la luz.

No hay personas en el opening de House of Cards. No hay vida humana visible en ese enorme escenario de la política que es la ciudad de Washington. La política, el poder, es algo inmóvil alrededor de lo cual van y vienen las máquinas y la naturaleza, y aunque esos edificios, trenes y automóviles son producto del ingenio humano no hay humanos que se dejen ver. Porque el poder es algo humano que trasciende lo humano: no hay humanidad en la política. Porque además la política trasciende a lo humano aunque los humanos creamos que somos los que vamos a trascender. Los humanos pasan y la política queda, aunque los humanos creamos que es exactamente al revés. El poder es la tradición, el pasado, los héroes que ya no están salvo grabados en piedra y también el cambio, el movimiento, la velocidad, y ambos se conjugan y amalgaman en ese umbral que es el estrecho en el que habitan los humanos.

La ciudad también está vacía de humanos, no de humanidad, al ser mostrada desde todos sus resquicios pero sin dejar ver las desigualdades sociales que cobija. En esta visión apocalíptica de una ciudad que funciona sin humanos que la hagan funcionar no hay, desde luego, clases sociales ni hombres ni mujeres, ni blancos ni negros, ni centro ni periferia, todo es como es y parece que fue así de una vez y para siempre. Y, en consecuencia, todo fue, todo es y todo será así, eternamente.

De modo que tenemos un opening deshumanizado que nos introduce episodio tras episodio, temporada tras temporada y año tras año en una serie de televisión donde los protagonistas excluyentes son los humanos. Pero además, son los humanos personificados por los actores y los que estamos del otro lado de la cuarta pared y que participamos cada vez que Frank Underwood nos interpela directamente. Y en otra notable contraposición, la diegesis nunca o casi nunca transcurre en exteriores que tengan como lugar de la puesta en escena los que aparecen en el opening.

Pero el opening no es solamente lo que vemos sino también lo que escuchamos, no solo son imágenes sino también sonidos porque las palabras no pueden existir donde no hay humanos. La banda sonora, el tema principal, genera una sensación de inseguridad, suspenso catastrófico, sucesos por acontecer que no significarán buenas noticias. La música nos predispone para lo peor y, a la vez, nos invita a querer asistir a lo que vendrá.

Y lo que vendrá, ya en el cierre del opening, es el título de la serie escrito con letras catástrofe y un detalle que ha pasado demasiado desapercibido y es crucial: la bandera norteamericana está al revés. Y en la tradición norteamericana, desde las guerras de independencia, eso significa auxilio, emergencia, pedido desesperado de ayuda ahí donde está la bandera. Y en el opening de House of Cards la bandera de pedido de socorro está sobreimpresa en la del Capitolio, el Congreso de los Estados Unidos. Y resulta notable que se haya detenido allí esta bandera de auxilio y no en la Casa Blanca.

Finalmente digamos que el creador de esta maravilla audiovisual de poco más de un minuto es Andrew Geraci, fotógrafo, video performance, realizador cinematográfico, líder de la productora District 7 Media que tiene como principales clientes a David Fincher, Angus Wall, HBO, STARZ, Netflix, NFL, Coach, Corona Extra, Discovery Channel, ESPN, PBS, CNN, y FOX. También hay que mencionar que el opening de House of Cards fue nominado a los premios que otorga la Online Film & Television Association en 2013.

Luis García Fanlo

Luis E. García Fanlo (Buenos Aires, 1957) Doctor en Ciencias Sociales y Sociólogo (UBA). Investigador del Área de Estudios Culturales (IIGG-UBA). Investigador del Centro de Investigaciones en Mediatizaciones (UNR).